Por dónde empezar

Cuidar al Adulto Mayor es una responsabilidad de todas las generaciones.
Reconocer la irreversibilidad e inevitabilidad del proceso de envejecimiento y disponerse a discutir proyectos para que esa etapa pueda ser vivida en plenitud por aquellos que lleguen a esa edad, es el primer paso en la toma de conciencia que se busca desde este PROYECTO SESAMO.
SESAMO se desarrolla desde una óptica republicana, mediante la organización social que construye y mantiene sus derechos.
Los resultados de nuestra movilización e iniciativas deben verse en esta generación, con adultos mayores organizados y vigilantes de sus derechos pero también colaborando en inventar para esta generación y las que vienen un futuro mejor.

jueves, 14 de enero de 2010

El paradigma decimonónico


(Foto extraída del sitio chileno de la Municipalidad de Lanco donde se están haciendo interesantes trabajos de mejora de la condición de los adultos mayores).
El paradigma de nuestras sociedades pasadas, tal como lo muestra con claridad Barran en sus libros sobre el siglo XIX, ha dejado de ser funcional a nuestra realidad hace por lo menos 30 años.
Antes el parto, la vejez y la muerte se vivían en el seno de la familia, donde las mujeres del hogar se encargaban de acompañar esos importantes y afectivos momentos de las familias.
Hoy, producto de las características de nuestra sociedad, ya presentes en la última mitad del siglo pasado, las familias han disminuido en sus integrantes, cada vez más está presente la familia nuclear y cada vez más incluso, nuevas formas de familias. Pero en todas ellas, una realidad, la de que tanto el comienzo de la vida como el fin de la misma se viven en instituciones especializadas.
Esto no es malo en si mismo. Se han disminuido la mortandad infantil y de las parturientas y se ha alargado la vida a muchos ancianos, por tanto debemos considerarlo un progreso.
La cultura y la psicología social uruguayas han asumido totalmente los cuidados colectivos e institucionalizados en el caso de nacimientos o enfermedades, e incluso en los momentos relacionados con la propia desaparición física (no se acostumbra velar los familiares en los hogares actualmente, ni realizar reuniones fúnebres en ellas, como todavía se acostumbra en otras culturas), sin embargo nuestra sociedad no han asumido todavía la necesidad de contar con una cobertura institucional para los años previos a la inevitable desaparición.
Esos años tan importantes, porque son los últimos que nos quedan, muchas veces transcurren en situaciones de vulnerabilidad y de penosas carencias materiales, pero principalmente afectivas.
Es natural que intentemos buscar esa responsabilidad fuera de nosotros mismos. Natural pero no correcto, ya que esa situación nos inhibe de actuar positivamente.
Lo primero que hay que reconocer es que cada uno de esos ancianos actuales, cuando tuvo oportunidad de hacer algo por su vejez, poco hizo, dejando que otros, sus familiares, siguiendo el paradigma perimido, se ocuparan de él.
Esta situación normalmente enfrenta a los familiares a dilemas de hierro ya que se implican los afectos, sentimientos de culpa y tristeza, relacionados con lo que cada uno siente que debe a su famliar ahora vulnerable y anciano.
Pero la realidad objetiva es que la generación actualmente anciana no se hizo cargo de esta realidad cuando todavía era adulta con todas sus funcionalidades intactas.
Ese es el momento de actuar. Ese es el momento de ejercer ciudadanía y de exigir a nuestros dirigentes soluciones adecuadas para la generación de nuestros padres y para construir nuestro futuro mediato. Y lo interesante de esta situación es que actuando organizadamente, ocupándonos del problema del Adulto Mayor, vamos concientizandonos internamente y preparándonos para dar el paso en el futuro. Al romper el paradigma actuando, resolvemos nuestra situación personal y cuando tengamos que vivir la situación estaremos mejor preparados para aceptar las limitaciones que la misma tiene. La imagen ideal de envejecer en familia da paso a una imagen de envejecer dignamente en una institución respetuosa de mi condición y que me ofrece servicios de Seguridad, Entretenimiento y Salud acordes a la etapa que estoy viviendo.
Por tanto, el primer paso es romper el paradigma: los familiares no pueden hacerse cargo del anciano en la mayoría de los casos y requieren que existan instituciones especializadas que sí lo hagan.
El segundo paso es reconocer que existe una importante probabilidad de que debamos recurrir en los últimos años de nuestra vida a una de esas instituciones y que cuando lo hagamos, es preferible que hayamos preparado esa elección y hayamos actuado para que esa elección sea la mejor que podamos hacer y que instalarnos en esa nueva realidad no sea traumático sino algo deseado o al menos aceptado y valorado positivamente.
Este Proyecto SESAMO pretende que la Sociedad Civil se haga cargo de esta situación y construya opciones que nos satisfagan, en coordinación e interacción con el Estado

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